para adrián, que nos regala cada día esa inocencia. ojalá nunca la perdiéramos.

Sin embargo, aún no estaba seguro. un gigante de piel pálida que parecía flotar en el agua, sonreía de forma estridente mientras observaba como unas burbujas caían golpeando con fuerza contra la espuma.
Esta vez tuvo suerte, ya que parecía dispuesto a irse sin prestarle atención. Entonces, escuchó un extraño ruido, una especie de golpe seco seguido del roce de unas cadenas que le hizo darse cuenta de que irremediablemente aquella cascada sería su final...
"Todos los días lo mismo" pensó el vaquero. va siendo hora de que se bañe el solito.
Jesús Cernuda.
gracias Lucía. abrazucu
ResponderEliminarBonito, Jesús, y que recuerdos me has traído de mis dos fieras. No he visto niños que les gustara más el agua que a estos. La bañera parecía el cajón de los juguetes más que el propio cajón, pero era un universo paralelo, cuánta fantasía se derrochaba allí al tirar del tapón. Abrazos.
ResponderEliminargraci Ovidio, que razóntienes, la bañera se convierte en el cajón de los juguetes en un universo paralelo, me encanta. nunca perdamos esa fantasía. un abrazo
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