REBUSCANDO EN PAPELES YA OLVIDADOS, ME ENCONTRÉ CON ESTO. QUIZÁ UNA "TONTERÍA", PERO POR VARIAR, QUE MEJOR QUE UN POQUITO DE "HUMOR"
Esta mañana cuando me levante, podré decir que pertenezco a esa
clase privilegiada de gente, que sin poder ver aún el sol, maldice una y otra
vez, aunque sin saberlo, a un tal Levi Hutchins. Sí, ese desgraciado fue el
culpable que ese relojito que tenemos en la mesita nos abofetee con su
terrible zumbido, no lo conozco pero puedo decir que siento un profundo odio
hacia él, estoy del todo seguro que tras su “gran” invento, él jamás lo usó.
Me he pasado toda la noche
desnudo, tirado encima de la cama intentando comprender por qué el hombre del
tiempo se ha olvidado de cambiar de estación, estamos a Octubre y tengo la
sensación que el verano sigue luchando a muerte con el otoño. Doy fe que el verano
va ganando; yo y mi mujer, que tras apartar de mis partes pudientes ese
periódico con el que intentaba alcanzar el sueño, se ha ido a dormir al sofá. Y
yo me pregunto, ¿acaso no me pedía más calor en la cama...?
Después de ocho horas de insomnio
interminables, y a falta de cinco minutos de que sonara, por fin mi cuerpo se
ha rendido, hasta tal punto que no he podido escuchar el despertador. Y la cosa
es que cuando antes dije que no podíamos ver el sol, no es porque fuéramos
vampiros (aunque no dudo que a muchos se les pondrán los dientes largos), es
que hoy empiezo de nuevo a trabajar; si lo pienso es irónico, ya que es a mí a
quien le chuparan hasta la última gota de sangre.
Empiezo bien el día. A carreras
por casa poniéndome el pantalón mientras caliento el café y viendo como mi
mujer duerme plácidamente en el sofá. Me pongo la camisa blanca que completa
el uniforme y corro hacía el microondas orgulloso de llegar antes que el pitido
me diga que mi desayuno está caliente, pero, ¿quién dice que solo calienta el
contenido y no el continente?…mentira; pero peor aún, quien narices me mandó a
mi poner la dichosa palanquita en el cinco. Consecuencia, me voy a disfrutar de
mi nuevo primer día en el mundo laboral, con una quemadura en los dedos que
bien hubiera necesitado asistencia médica, una mancha de café en la camisa, sin
haber desayunado pero con el bonito mensaje de mi mujer que abriendo un ojo me
dice:
-Suerte cariño, ya sabes que al
que madruga Dios le ayuda- JA
Camino al trabajo siento los
nervios propios del primer día, ese para el que tanto te has preparado. Cinco
años en la facultad de economía, un máster en dirección de empresas, otro de
finanzas y lo que realmente hizo que me dieran el trabajo, dominio fluido de
inglés y alemán, para que luego digan que no dan para nada dos años de paro y
seis meses de ayuda familiar.
Y después de doce durísimas horas
de trabajo la vuelta a casa. Y por fin el del tiempo se ha dado cuenta y a la
hora de la comida he podido escucharle decir: “posibilidad de chubascos débiles”.
No le das importancia hasta que en lugar de tu coche te encuentras un vacío
ocupado por una simple pegatina que te hace comprender que has trabajado para
que los eficientes guardias vigilen tu coche en los aparcamientos de la grúa
municipal... que majos ellos.
Entiendes entonces lo de
“chubascos débiles”, quiere decir que está cayendo una de mil pares de narices
y ahí estoy, resguardado bajo un balcón que me tortura gota a gota esperando
que el cielo se calme un poco, cuando recibo un mensaje de mi mujer:
“no te olvides de ir a buscar al
crio”
Y de nuevo a correr. Vas dando
saltos intentando evitar los charquitos que empiezan a acumularse en la acera,
con la cabeza agachada y los hombros encogidos como si de esa manera el agua ni
te tocara. Llegas al otro lado de la carretera donde tu hijo espera, con sus
espléndidas botas de fútbol de 100 euros y su traje inmaculado. Coño ni que
fuera Ronaldo, ya no sé si me espera a mi o a que su entrenador se dé cuenta de
que existe.
Vas a cruzar la calle y te llega otro mensaje: “no hace falta que
vengas a buscarme al entrenamiento, me voy a casa de Raúl a estudiar”… a buenas
horas.
Te mira de arriba abajo y empieza
a reírse, él y todo el equipo al completo, incluido madres y padres que creen
ver en su hijo el futuro balón de oro.
Así que te echas un vistazo a ti
mismo. Muerto de frío y calado hasta los huesos, con una quemadura en el dedo
que va hinchándose por momentos, con los ojos escocidos por la gomina que el
agua separa de tu pelo, los pies medio ahogados embutidos en unos zuecos que te
quedan pequeños, la mancha de café mezclándose con otras de aceite que se
diluyen por tu camisa, porque no sé si lo he dicho antes, hoy empezaba mi
trabajo de churrero; y para el colmo llega ese conductor despistado que decide que
es hora de que te des una ducha y piensas que ya nada puede ser peor, hasta que
ves que señalan hacia tus piernas, justo donde el frío ha ocultado toda tu
virilidad, bajas tu mirada despacio y puedes leer claramente a través de tu
precioso pantalón blanco ahora de un color más que transparente : “el Ibex
sigue con sus brotes verdes” y a tu mente viene la imagen de tus preciosos
calzoncillos negros, esos que por las prisas te olvidaste de poner esta mañana,
toda esa noche en vela leyendo los artículos de economía y esa última hoja del
semanal que tu mujer no creyó apropiado tocar.
Y piensas en todos eso años
estudiando para esto, para que un equipo de fútbol de colegio aprenda leyendo
en tus partes, quizás tanto como aquel compañero que tuviste en la facultad,
que un día te dijo:
“dediquémonos a la política,
apenas trabajan y ganan dinero como “CHURROS”
Ese que ahora intenta quitarme todo. Seguro que él tampoco conoce a Hutchins y su estúpido despertador.
jesús cernuda.
Yo no conocía a Hutchins, pero que Dios, con permiso de los ateos, le confunda. Un abrazo.
ResponderEliminarpero seguro que si conocías su odiado invento ;) . un abrazo Alfredo
EliminarYo tampoco conocía a ese tal Hutchins jajaja
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