A ti, que clavaste tu puñal en mi pecho
En el fugaz instante de nuestro recuerdo.
A ti y solo a ti puedo decirte
Cuan larga ha sido la condena,
Desde que nuestros miedos se cruzaron
En el reflejo ausente de sus pupilas.
Nuestras almas se rozaron por siempre,
Como un suspiro olvidado
en silencio,
Y con voz callada nos amamos.
Tu seguiste tu camino, yo el mío…
Pero no hubo noche tan oscura
Que no amaneciera con el recuerdo,
De aquel segundo eterno.
[Porque hay
momentos que pueden durar toda la vida.]
jesús cernuda.
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