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martes, 5 de noviembre de 2013

SIEMPRE TE QUERRÉ (2)




No quiero hacer de esto algo triste, pero supongo que hay cosas que no podemos evitar o que incluso no debemos olvidar, Luis fue una parte importante de mi vida y aunque deba llorar por ello…
Supongo que también tengo que hacer mención de esa chica, sinceramente es una historia bastante larga y complicada así que tan solo resumiré como se metió en mi vida y como se hizo dueña de ella.
La conocía de algún tiempo atrás y no sé por qué siempre vi en ella algo especial. Veía en ella todo lo que yo buscaba, que era mi sueño (aún hoy lo es). Hubo un tiempo en que los acontecimientos nos acercaron más aún. Jamás olvidaré aquel verano. Fue cuando supe que quería vivir, que nunca la olvidaría. Sin embargo todo eso que siento por ella me llevó a ser una persona arisca (nunca me lo perdonaré) y a hacer que se alejara de mí poco a poco.
Cuantas noches desde entonces he pasado con mis únicos pensamientos, el tiempo te ahoga sin dejarte respirar, tienes la sensación que jamás volverá a ser de día. Te das cuenta de tus errores, de lo tonto que fuiste, pero sobretodo, de cuanto sientes y aún así, un sentimiento de alegría te llena por dentro por qué en el fondo sabes que hay gente que nació para ser libre y lo único que puedes hacer es sonreír. Dejas escapar unas lágrimas por qué la echas de menos, pero sabes que ella es feliz.
Al recordar el pasado, me doy cuenta que el último día que la vi fue el peor de mi vida, pero que si sigo luchando, es por ese sueño. Ojala todo el mundo pudiera vivir teniendo uno, pero sobretodo, ojala pudieran morir habiéndolo cumplido.
Aunque después de aquello, nunca pude abrirme realmente a nadie, fue a la edad de treinta y ocho años, cuando conocí a una mujer que entró en mi bar a tomar un café.
Nos hicimos colegas. Teníamos una complicidad que realmente añoraba. Siempre fui muy sincero, lo sabía todo de mí, mis más íntimos pensamientos y aún así, quiso dármelo todo. Con el tiempo llegamos a vivir juntos y se convirtió en mi apoyo. Puedo decir que la llegué a querer, pero…
Recuerdo con lágrimas en los ojos el día en que ella murió. Me doy cuenta entonces de lo cruel que ha sido la vida conmigo en esos momentos de sufrimiento que me hizo pasar. Murió de cáncer, algo que no le deseo a nadie. Sufriendo como no sé si yo podría soportar, pero ella nunca lloró. Jamás pidió nada, no se quejaba en ningún momento. Intenté estar a su lado todo lo que me fue posible. Se acercaba su fi, y aunque ella lo sabía, intentaba sonreír.
Siempre me he considerado una persona fuerte, pero sus últimos momentos fueron los únicos que me hicieron perder esas fuerzas. Nuevamente tuve que pedirle a Dios que no me permitiera llorar, pero fue imposible.
¿Alguna vez ha muerto alguien en vuestros brazos?
Fue una noche de tormenta, cuando la escuché llamarme desde su cama, me miró con esa cara dulce, pero no pude ver su sonrisa. Sabía que todo se acababa, que solo era cuestión de tiempo.
No os imagináis el esfuerzo que le supuso agarrarme de la mano, yo quise cogerla también pero no me dejó. Hizo que me acercara a ella para poder hablarme al oído. Lo que escuché me hizo llorar, no debería haberlo hecho pero…
Me dio las gracias por todo, por haber estado a su lado. Incluso por haberla querido y después me dijo:
“me voy con un gran amor en mi corazón, el que te he dado todos estos años. No llores por mí. Sé que no te he dado lo que soñabas, pero por favor, sigue soñando. Tú fuiste para mí el mismo sueño y estando a mi lado me has hecho feliz”
Nunca lo entenderé, ella sabía mi amor por aquella chica, que nunca había podido olvidarla, pero aún así estuvo a mi lado y llegó a amarme como no me merecía. Como no iba a llorar entonces. Continué escuchándola mientras sentía como sus manos se soltaban poco a poco y así, entre mis brazos, vi morir a la persona que me dio todo en mi vida sin esperar nada a cambio. Fue consciente de que jamás la amé, pero supo estar ahí. Esté donde esté, siempre la admiraré por ello.
Al principio dije que lo único que quería hacer era contar lo que era la vida desde mi punto de vista, un viejecito en silla de ruedas que nota cerca la muerte. Supongo entonces que debería dejar de escribir ya que todo se convirtió de nuevo en una gran rutina. Los años pasaron sin nada digno de contar y me convertí en ese viejo que soy ahora, solitario y sin amigos.
A menudo pienso en el destino, ese cruel canalla en el que aún hoy me niego a creer. Por qué iba a hacerlo después de lo que me hizo a mí.
Lo que si tengo claro, es el motivo por el que he querido escribir esto y es que siempre dije que algún día, cuando viera cerca mi muerte, haría una última cosa y con estas palabras, aunque no lo compartáis, espero entendáis mis motivos.
………………………………………………………….
Esto es lo que encontré, con una última carta que decía así:
“por ti lo he conseguido, he vivido soñando. Eso me ha hecho sufrir, pero me ha dado vida. Nunca me guardes rencor por nada. Un día me dijiste que me creerías si hiciera esto. Se acerca el final y solo quiero que sepas que siempre te quise, que jamás dejé de hacerlo, que no importa el dolor que…”
Supongo que no pudo escribir más, quizás la muerte lo alcanzó antes de lo que él pensaba. Aunque después de leer todo varias veces, creo que la muerte ya le había alcanzado en el verano de su veintisiete cumpleaños.
Esta última carta la encontré metida en un sobre con una dirección. Creo que su intención era mandarla esperando que le llegara a alguien. Estuve a punto varias veces, pero al final decidí llevarla yo mismo, quería conocer a la persona que le había hecho vivir enamorado.
Como no, era una viejecita. Por sus rasgos supe que en su juventud había sido una mujer muy bella. Le conté todo y le di la carta.
El silencio inundó la sala, no dijo nada, no preguntó nada. Pero en el silencio de aquella habitación, pude escuchar el leve sonido de sus lágrimas al caer sobre el papel.
Me doy cuenta que él supo aceptar lo que le tocó, que dentro de su sufrimiento, aprendió a vivir soñando. En sus palabras dice varias veces que hay cosas en la vida que te cambian y él ha hecho que me pase a mí. Tengo veintisiete años (la edad en la que él…) y gracias a este hombre sé que soñar es bonito y que tener un sueño y saber dominarlo puede darte la felicidad que él quizás nunca se dio cuenta que tuvo.
                                                  
                                                                                                             jesús cernuda

3 comentarios:

  1. Doy las gracias por pasarte por el blog ya que así he podido conocer tu rincón, y la verdad me encanta como redactas,muy bueno me meto en la historia.
    Felicidades.
    Saludos en la distancia.

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  2. Es una carta preciosa, gracias por compartirla.

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