No quiero hacer de esto
algo triste, pero supongo que hay cosas que no podemos evitar o que incluso no
debemos olvidar, Luis fue una parte importante de mi vida y aunque deba llorar
por ello…
Supongo que también
tengo que hacer mención de esa chica, sinceramente es una historia bastante
larga y complicada así que tan solo resumiré como se metió en mi vida y como se
hizo dueña de ella.
La conocía de algún
tiempo atrás y no sé por qué siempre vi en ella algo especial. Veía en ella
todo lo que yo buscaba, que era mi sueño (aún hoy lo es). Hubo un tiempo en que
los acontecimientos nos acercaron más aún. Jamás olvidaré aquel verano. Fue
cuando supe que quería vivir, que nunca la olvidaría. Sin embargo todo eso que
siento por ella me llevó a ser una persona arisca (nunca me lo perdonaré) y a
hacer que se alejara de mí poco a poco.
Cuantas noches desde
entonces he pasado con mis únicos pensamientos, el tiempo te ahoga sin dejarte
respirar, tienes la sensación que jamás volverá a ser de día. Te das cuenta de
tus errores, de lo tonto que fuiste, pero sobretodo, de cuanto sientes y aún
así, un sentimiento de alegría te llena por dentro por qué en el fondo sabes
que hay gente que nació para ser libre y lo único que puedes hacer es sonreír.
Dejas escapar unas lágrimas por qué la echas de menos, pero sabes que ella es
feliz.
Al recordar el pasado,
me doy cuenta que el último día que la vi fue el peor de mi vida, pero que si
sigo luchando, es por ese sueño. Ojala todo el mundo pudiera vivir teniendo
uno, pero sobretodo, ojala pudieran morir habiéndolo cumplido.
Aunque después de
aquello, nunca pude abrirme realmente a nadie, fue a la edad de treinta y ocho
años, cuando conocí a una mujer que entró en mi bar a tomar un café.
Nos hicimos colegas.
Teníamos una complicidad que realmente añoraba. Siempre fui muy sincero, lo
sabía todo de mí, mis más íntimos pensamientos y aún así, quiso dármelo todo.
Con el tiempo llegamos a vivir juntos y se convirtió en mi apoyo. Puedo decir
que la llegué a querer, pero…
Recuerdo con lágrimas
en los ojos el día en que ella murió. Me doy cuenta entonces de lo cruel que ha
sido la vida conmigo en esos momentos de sufrimiento que me hizo pasar. Murió
de cáncer, algo que no le deseo a nadie. Sufriendo como no sé si yo podría
soportar, pero ella nunca lloró. Jamás pidió nada, no se quejaba en ningún
momento. Intenté estar a su lado todo lo que me fue posible. Se acercaba su fi,
y aunque ella lo sabía, intentaba sonreír.
Siempre me he
considerado una persona fuerte, pero sus últimos momentos fueron los únicos que
me hicieron perder esas fuerzas. Nuevamente tuve que pedirle a Dios que no me
permitiera llorar, pero fue imposible.
¿Alguna vez ha muerto
alguien en vuestros brazos?
Fue una noche de
tormenta, cuando la escuché llamarme desde su cama, me miró con esa cara dulce,
pero no pude ver su sonrisa. Sabía que todo se acababa, que solo era cuestión
de tiempo.
No os imagináis el
esfuerzo que le supuso agarrarme de la mano, yo quise cogerla también pero no
me dejó. Hizo que me acercara a ella para poder hablarme al oído. Lo que
escuché me hizo llorar, no debería haberlo hecho pero…
Me dio las gracias por
todo, por haber estado a su lado. Incluso por haberla querido y después me
dijo:
“me voy con un gran
amor en mi corazón, el que te he dado todos estos años. No llores por mí. Sé
que no te he dado lo que soñabas, pero por favor, sigue soñando. Tú fuiste para
mí el mismo sueño y estando a mi lado me has hecho feliz”
Nunca lo entenderé,
ella sabía mi amor por aquella chica, que nunca había podido olvidarla, pero
aún así estuvo a mi lado y llegó a amarme como no me merecía. Como no iba a
llorar entonces. Continué escuchándola mientras sentía como sus manos se
soltaban poco a poco y así, entre mis brazos, vi morir a la persona que me dio
todo en mi vida sin esperar nada a cambio. Fue consciente de que jamás la amé,
pero supo estar ahí. Esté donde esté, siempre la admiraré por ello.
Al principio dije que
lo único que quería hacer era contar lo que era la vida desde mi punto de
vista, un viejecito en silla de ruedas que nota cerca la muerte. Supongo
entonces que debería dejar de escribir ya que todo se convirtió de nuevo en una
gran rutina. Los años pasaron sin nada digno de contar y me convertí en ese
viejo que soy ahora, solitario y sin amigos.
A menudo pienso en el
destino, ese cruel canalla en el que aún hoy me niego a creer. Por qué iba a
hacerlo después de lo que me hizo a mí.
Lo que si tengo claro,
es el motivo por el que he querido escribir esto y es que siempre dije que
algún día, cuando viera cerca mi muerte, haría una última cosa y con estas
palabras, aunque no lo compartáis, espero entendáis mis motivos.
………………………………………………………….
Esto es lo que
encontré, con una última carta que decía así:
“por ti lo he
conseguido, he vivido soñando. Eso me ha hecho sufrir, pero me ha dado vida.
Nunca me guardes rencor por nada. Un día me dijiste que me creerías si hiciera
esto. Se acerca el final y solo quiero que sepas que siempre te quise, que
jamás dejé de hacerlo, que no importa el dolor que…”
Supongo que no pudo
escribir más, quizás la muerte lo alcanzó antes de lo que él pensaba. Aunque
después de leer todo varias veces, creo que la muerte ya le había alcanzado en
el verano de su veintisiete cumpleaños.
Esta última carta la
encontré metida en un sobre con una dirección. Creo que su intención era
mandarla esperando que le llegara a alguien. Estuve a punto varias veces, pero
al final decidí llevarla yo mismo, quería conocer a la persona que le había
hecho vivir enamorado.
Como no, era una
viejecita. Por sus rasgos supe que en su juventud había sido una mujer muy
bella. Le conté todo y le di la carta.
El silencio inundó la
sala, no dijo nada, no preguntó nada. Pero en el silencio de aquella
habitación, pude escuchar el leve sonido de sus lágrimas al caer sobre el
papel.
Me doy cuenta que él
supo aceptar lo que le tocó, que dentro de su sufrimiento, aprendió a vivir
soñando. En sus palabras dice varias veces que hay cosas en la vida que te
cambian y él ha hecho que me pase a mí. Tengo veintisiete años (la edad en la
que él…) y gracias a este hombre sé que soñar es bonito y que tener un sueño y
saber dominarlo puede darte la felicidad que él quizás nunca se dio cuenta que
tuvo.
jesús cernuda
Doy las gracias por pasarte por el blog ya que así he podido conocer tu rincón, y la verdad me encanta como redactas,muy bueno me meto en la historia.
ResponderEliminarFelicidades.
Saludos en la distancia.
gracias Elisa. un abrazo
EliminarEs una carta preciosa, gracias por compartirla.
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