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jueves, 21 de noviembre de 2013

cruda realidad



 REBUSCANDO EN PAPELES YA OLVIDADOS, ME ENCONTRÉ CON ESTO. QUIZÁ UNA "TONTERÍA", PERO POR VARIAR, QUE MEJOR QUE UN POQUITO DE "HUMOR"                             
Esta mañana cuando me levante, podré decir que pertenezco a esa clase privilegiada de gente, que sin poder ver aún el sol, maldice una y otra vez, aunque sin saberlo, a un tal Levi Hutchins. Sí, ese desgraciado fue el culpable que ese relojito que tenemos en la mesita nos abofetee con su terrible zumbido, no lo conozco pero puedo decir que siento un profundo odio hacia él, estoy del todo seguro que tras su “gran” invento, él jamás lo usó.
Me he pasado toda la noche desnudo, tirado encima de la cama intentando comprender por qué el hombre del tiempo se ha olvidado de cambiar de estación, estamos a Octubre y tengo la sensación que el verano sigue luchando a muerte con el otoño. Doy fe que el verano va ganando; yo y mi mujer, que tras apartar de mis partes pudientes ese periódico con el que intentaba alcanzar el sueño, se ha ido a dormir al sofá. Y yo me pregunto, ¿acaso no me pedía más calor en la cama...?
Después de ocho horas de insomnio interminables, y a falta de cinco minutos de que sonara, por fin mi cuerpo se ha rendido, hasta tal punto que no he podido escuchar el despertador. Y la cosa es que cuando antes dije que no podíamos ver el sol, no es porque fuéramos vampiros (aunque no dudo que a muchos se les pondrán los dientes largos), es que hoy empiezo de nuevo a trabajar; si lo pienso es irónico, ya que es a mí a quien le chuparan hasta la última gota de sangre.
Empiezo bien el día. A carreras por casa poniéndome el pantalón mientras caliento el café y viendo como mi mujer duerme plácidamente en el sofá. Me pongo la camisa blanca que completa el uniforme y corro hacía el microondas orgulloso de llegar antes que el pitido me diga que mi desayuno está caliente, pero, ¿quién dice que solo calienta el contenido y no el continente?…mentira; pero peor aún, quien narices me mandó a mi poner la dichosa palanquita en el cinco. Consecuencia, me voy a disfrutar de mi nuevo primer día en el mundo laboral, con una quemadura en los dedos que bien hubiera necesitado asistencia médica, una mancha de café en la camisa, sin haber desayunado pero con el bonito mensaje de mi mujer que abriendo un ojo me dice:
-Suerte cariño, ya sabes que al que madruga Dios le ayuda- JA
Camino al trabajo siento los nervios propios del primer día, ese para el que tanto te has preparado. Cinco años en la facultad de economía, un máster en dirección de empresas, otro de finanzas y lo que realmente hizo que me dieran el trabajo, dominio fluido de inglés y alemán, para que luego digan que no dan para nada dos años de paro y seis meses de ayuda familiar.
Y después de doce durísimas horas de trabajo la vuelta a casa. Y por fin el del tiempo se ha dado cuenta y a la hora de la comida he podido escucharle decir: “posibilidad de chubascos débiles”. No le das importancia hasta que en lugar de tu coche te encuentras un vacío ocupado por una simple pegatina que te hace comprender que has trabajado para que los eficientes guardias vigilen tu coche en los aparcamientos de la grúa municipal... que majos ellos.
Entiendes entonces lo de “chubascos débiles”, quiere decir que está cayendo una de mil pares de narices y ahí estoy, resguardado bajo un balcón que me tortura gota a gota esperando que el cielo se calme un poco, cuando recibo un mensaje de mi mujer:
“no te olvides de ir a buscar al crio”
Y de nuevo a correr. Vas dando saltos intentando evitar los charquitos que empiezan a acumularse en la acera, con la cabeza agachada y los hombros encogidos como si de esa manera el agua ni te tocara. Llegas al otro lado de la carretera donde tu hijo espera, con sus espléndidas botas de fútbol de 100 euros y su traje inmaculado. Coño ni que fuera Ronaldo, ya no sé si me espera a mi o a que su entrenador se dé cuenta de que existe.
 Vas a cruzar la calle y te llega otro mensaje: “no hace falta que vengas a buscarme al entrenamiento, me voy a casa de Raúl a estudiar”… a buenas horas.
Te mira de arriba abajo y empieza a reírse, él y todo el equipo al completo, incluido madres y padres que creen ver en su hijo el futuro balón de oro.
Así que te echas un vistazo a ti mismo. Muerto de frío y calado hasta los huesos, con una quemadura en el dedo que va hinchándose por momentos, con los ojos escocidos por la gomina que el agua separa de tu pelo, los pies medio ahogados embutidos en unos zuecos que te quedan pequeños, la mancha de café mezclándose con otras de aceite que se diluyen por tu camisa, porque no sé si lo he dicho antes, hoy empezaba mi trabajo de churrero; y para el colmo llega ese conductor despistado que decide que es hora de que te des una ducha y piensas que ya nada puede ser peor, hasta que ves que señalan hacia tus piernas, justo donde el frío ha ocultado toda tu virilidad, bajas tu mirada despacio y puedes leer claramente a través de tu precioso pantalón blanco ahora de un color más que transparente : “el Ibex sigue con sus brotes verdes” y a tu mente viene la imagen de tus preciosos calzoncillos negros, esos que por las prisas te olvidaste de poner esta mañana, toda esa noche en vela leyendo los artículos de economía y esa última hoja del semanal que tu mujer no creyó apropiado tocar.
Y piensas en todos eso años estudiando para esto, para que un equipo de fútbol de colegio aprenda leyendo en tus partes, quizás tanto como aquel compañero que tuviste en la facultad, que un día te dijo:
“dediquémonos a la política, apenas trabajan y ganan dinero como “CHURROS”
Ese que ahora intenta quitarme todo. Seguro que él tampoco conoce a Hutchins y su estúpido despertador.

                                                                                               jesús cernuda.

3 comentarios:

  1. Yo no conocía a Hutchins, pero que Dios, con permiso de los ateos, le confunda. Un abrazo.

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    1. pero seguro que si conocías su odiado invento ;) . un abrazo Alfredo

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  2. Yo tampoco conocía a ese tal Hutchins jajaja

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