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martes, 21 de octubre de 2014

GEMIDOS



                                                      
Aún recuerdo la primera vez que la vi, hace ya muchos, muchos años. Caminaba meneando su escultural cuerpo, con la mirada de quien se sabe observada por todos los presentes. Puedo decir que fui la envidia de cada uno de ellos cuando vieron que se acercaba a mí.
Me dedicó una sonrisa apartando el flequillo, dejando al descubierto unos grandes ojos verdes. Tengo que decir que fue lo que todo el mundo conoce como un flechazo y que poco más de media hora después, estábamos en mi casa.
No hicieron falta palabras, nuestras miradas hablaban por si solas, mientras poco a poco, como si fuera un baile ya coreografiado, nos íbamos desnudando.
La oscuridad de la habitación no me impidió ver toda la belleza de su cuerpo, cuando se acercó rozando mi espalada con sus manos, provocando que cada centímetro de mi piel se estremeciera. Se dio la vuelta y agarró las mías con suavidad, haciendo que acariciara sus pechos desnudos a la vez que, recostando su cabeza contra mi hombro, pasaba sus labios carnosos por mi cuello. Apenas podía creer que me estuviera pasando aquello.
Lentamente fue dejando que mis dedos descendieran. Sentí su vientre firme antes de llegar a su entrepierna para poder notar el calor que desprendíamos. La excitación ya casi no nos dejaba respirar, el silencio de la habitación se llenaba de leves gemidos que ella dejaba escapar.
De forma brusca me soltó y se puso frente a mí, pasando una húmeda y afilada lengua por la comisura de mis labios mientras acariciaba mi pelo. Me dio un empujón haciéndome caer sobre la cama y se puso encima dejando que sus pezones rozaran los míos. Empezó a darme pequeños mordiscos y fue bajando hasta alcanzar mis muslos. Cerré los ojos mientras besaba mi sexo y con pequeños movimientos me hacía sentir el mayor placer que había experimentado jamás.
Por un momento pensé que flotábamos en la habitación, hasta que no pude más y dejé que un grito saliera de lo más dentro de mí. Nunca otra mujer había conseguido hacerme temblar de aquella manera jugando con mi cuerpo.
Abrí los ojos al notar como clavaba sus uñas en mi espalda y ahí estábamos las dos, abrazadas, girando a un metro de la cama como dos plumas que las lleva el viento. Debido a la excitación no era consciente de lo que estaba pasando, cuando la luz de la luna que entraba por entre las cortinas, dejó al descubierto aquellos dos colmillos que me hicieron suya para siempre.
Hace ya casi más de dos siglos de aquello y desde entonces no ha habido una noche en que las dos no saliéramos juntas de caza, buscando esos gemidos que nos vuelvan a hacer volar.

                                                                                                    Jesús Cernuda.

8 comentarios:

  1. Me ha encantado compi. Sexy, erótico, sensual y... sorprendente!! waaaao! Todos los ingredientes, ABRAZUCU Y ENHORABUENA!

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    1. Muchasgracias Lucía Me alegra que te guste. Un abrazo

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  2. Me ha encantado: sensual y sorprendente!

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    1. Muchas gracias Mayte, un placer que te pases por mi rincón. un abrazo

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  3. Te ha quedado genial y también la foto que es muy pasional.
    Un cordial saludo.

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  4. Las vampiras es lo que tienen. Mucha sensualidad. Un fuerte abrazo, Jesús.

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    1. De eso andan sobradas, de eso y de colmillos. Otro fuerte para ti.

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