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sábado, 18 de enero de 2014

MERECE LA PENA(relato corto)




Oliver caminaba despacio, con la mirada puesta en ninguna parte y con los ojos tan tristes como aquella mañana gris. Para él era un día más, lo que no sabía era que algo lo haría distinto.
Eran tantas las veces que había recorrido la distancia que le separaba de su puesto de trabajo, que parecía un autómata a punto de agotar su batería. Como siempre, escondía su rostro bajo las alas de un enorme sombrero, su delgado cuerpo enfundado en una enorme gabardina gris y en su mano el que en los últimos meses era su fiel compañero, su maletín.
Por su cabeza vagaban recuerdos, tiempos pasados en los que sentía que estaba destinado a algo grande. Fueron largos años enterrado entre montones de libros que le llevarían a realizar su sueño, quería ser médico para ayudar a todos esos niños que lo necesitaban, hacerles felices y sacar de ellos su mejor sonrisa.
_algún día seré yo quien la cure_
Le decía a su madre, con apenas doce años, meses antes de que un cáncer se llevara a su hermana menor.
Esa mañana había visto a su madre llorar frente al recorte de periódico que adornaba el pequeño cuarto donde vivían. Ese trofeo en el que un hombre bien vestido entregaba a Oliver el diploma por haber sido el mejor de su promoción. Todo un artículo ensalzando el futuro tan prometedor de aquel joven.
Pero el tiempo pasó y aquel futuro se perdió por el camino. Nadie parecía querer confiar en el que decían sería el mejor en su especialidad.
Y ahora caminaba solo, pensando cómo hacer para superar otro mes. Llegó a su puesto de trabajo, en el parque Isabel La Católica y lo primero que vio fue a esos patos disfrutar del desayuno que una pareja les lanzaba, pequeños trozos de pan que ni él mismo podía haberse permitido aquella mañana.
Llevaba dos horas allí, cuando pensó que no le quedaban más fuerzas, que ya no merecía la pena seguir…y entonces una niña se le acercó. Con grandes ojos azules miraba a Oliver con entusiasmo y sin decir nada soltó el pañuelo que le cubría la cabeza, dejando al descubierto el recuerdo de su hermana, y lo metió en el sombrero junto a unas pocas monedas que había en su interior. Le guiño un ojo y le dedicó la sonrisa más bonita que jamás había visto y se fue. Nunca más volvería a ver a aquella niña.
Oliver recogió el sombrero, su maletín, y esa gabardina con la que todos los días escondía lo que para él era una vergüenza, el traje de payaso que le acompañaba a su puesto de trabajo. Empezó a llorar pensando en aquella niña, en su mirada y esa sonrisa y pensó:”lo conseguiste Oliver, si merece la pena”.
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4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. muchas gracias Josetxu, encantado de tenerte por aquí. saludos

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  2. Muy tierno :)
    Voy a darle un buen repaso al blog .
    La público del Mago

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    1. gracias Larosanga. estás en tu casa, espero que el repaso sea de tu agrado. un abrazo

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